Fue autora de varios libros de alta y profunda espiritualidad: Darse, Vaso roto, Consumarse en el amor, La Esclava y el Verbo, Amas totales, Hacia las cumbres, Ella. Por este medio hizo un inmenso bien a las almas.

Algunos párrafos de sus escritos:

Cuando nos acercamos al Sagrario parece como si dos brazos inmensos nos cogieran dentro. Como si dos alas maternas nos cubrieran de los pies a la cabeza. Como si dos fortísimas murallas nos defendieran de todas las flechas.


Cuando se sufre de soledades y se padece de ausencias… Cuando sobran quizás cosas y faltan quizás personas…, tenemos al Amigo de los cinco boquetes que nunca nos falla. Él nos querrá siempre incondicionalmente. Prescindiendo de nuestras nulidades, indignidades o bondades. Ahí estará siempre. Dándonos Su Corazón traspasado sin pedirnos a cambio más “prendas” que el corazón nuestro… – ¡qué valor! –


Navega en el Mar de Dios a ojos cerrados. Húndete en Él. En ese Eterno Presente que está en tu alma. Serás muy feliz si aprendes a vivir en esta navegación divina y sabes permanecer sereno aún cuando arrecie la tempestad. Empezar ya en la tierra la vida del Cielo. Si allí nuestra ocupación será un interminable y maravilloso éxtasis de amor, aquí lo va a ser una cadena de actos de amor, cada vez más llenos, cada vez más puros, cada vez más perfectos, invadiendo con el perfume de un amor-tope todos los rincones de nuestras horas.


Que no exista en nuestra vida nada que no sea amar a Dios. Que cuando en el umbral de nuestra Eternidad, Dios se disponga a hacernos la más escalofriante pregunta: “¿Cómo gastaste tu vida?”, podamos tú y yo responderle esta única palabra: “Amé”.


Qué dulce tranquilidad nos da pensar en esas horas en que nuestra pequeñita carabela va ya llegando al Puerto… Se pierde la esclavitud para empezar a reinar. Se dejan los hombres para encontrar a los ángeles. Se cambian las imágenes de Jesús y de María para contemplar Sus Realidades.


La Virgen. Ella es la Guardiana de los Secretos de la Trinidad. La Abandonada a las iniciativas divinas. La Silenciosa Morenita que sabía esperar las intervenciones de Dios. La Dulce Mendiga que pasó por nuestras posadas suplicando un metro de techo. ¡¡La que hizo el milagro de vestir a Dios con los miembros de un niño!!

Una de mis mejores ilusiones cuando pienso en el momento de mi muerte es… besarle su cara y extasiarme en sus ojos… ¿Cómo… serán…?


De todos los privilegios de la Madre de Jesús no sabríamos cual nos fascina más. Unos son el cimiento y la clave. Otros el capitel y la cúpula. Su Concepción purísima… Su plenitud de gracia… Su maternidad divina… Su virginidad fecunda… Su ¡todo un Dios! obedeciéndole… “Madre mía, ¿cuál de todas las prerrogativas es para Ti la más grande?” Y a ti y a mí nos parece que la delicada voz de una Jovencita nos contesta: “Ser la esclava del Señor”.